Las ciudades juegan un papel esencial en la lucha contra el cambio climático. Hoy en día, la mitad de la población mundial vive en las metrópolis donde se concentran aproximadamente el 70% de las emisiones de efecto invernadero.
Debido a esto, entre otros motivos, el pasado 2015 se firmó el Acuerdo de la Cumbre de París, en el cual las principales potencias mundiales se comprometieron a disminuir un 50% las emisiones causadas por la movilidad urbana en 2030.
A raíz de que la Unión Europea limitara las emisiones de determinados contaminantes atmosféricos procedentes, entre otros, del transporte, se han impulsado iniciativas como los protocolos de actuación ante episodios de alta contaminación de los ayuntamientos de las principales ciudades, restringiendo y limitando la circulación en los accesos y centros de las ciudades.
Uno de los casos más restrictivos es el protocolo del Ayuntamiento de Madrid, cuya finalidad es disminuir las emisiones en días de picos de contaminación con límites tóxicos para la salud, que tuvo que ser activado en tres ocasiones, limitando el acceso al centro a la mitad de los vehículos según la terminación de sus matrículas.
Barcelona es otra de las grandes ciudades que está permanentemente alerta de los niveles de dióxido de nitrógeno. El Área Metropolitana de Barcelona activó la fase de aviso preventivo del protocolo de actuación para episodios de alta contaminación atmosférica, al detectar un aumento de dióxido de nitrógeno, un contaminante nocivo para la salud de las personas en el ambiente. Además, recomendó a los ciudadanos realizar los trayectos a pie o en bicicleta por calles no muy frecuentadas por el tráfico.
Málaga también ha mejorado notablemente en esta materia en los últimos años gracias a la inclusión del carril bici, así como una mayor peatonalización de los espacios. El hecho de incluir autobuses eléctrico-híbridos o el fomento del transporte público, son cambios que están permitiendo que la movilidad sostenible sea una realidad.
Las medidas y los protocolos contra la contaminación, la concienciación ciudadana, y la evolución del vehículo de combustión al eléctrico son soluciones para el desarrollo sostenible. Además, respecto al tráfico rodado, los motores alternativos son considerados la opción más viable en la lucha contra el cambio climático desde las ciudades.
Los ciudadanos apuestan cada vez más por los vehículos eléctricos, que no emiten gases contaminantes a la atmósfera ya que utilizan la electricidad como combustible, en vez de gasolina. Esto reducirá las emisiones de efecto invernadero a la atmósfera y la contribución del tráfico al cambio climático.